Relaciones del hombre con sus semejantes,
el ambiente y la vida psíquica: una visión Socrática.
Introducción
Las
relaciones humana a través de la historia han sido enmarcadas en procesos de
comunicación, donde el dialogo o la dialogicida constituye una actitud ética
ante la vida sustentada en el reconocimiento de la intersubjetividad, la cual
debe está en sintonía con la valoración
de la dignidad humana. En este sentido el dialogo es de la voluntad consciente
y disciplinada.
En este orden de ideas, el dialogo como
actitud ética es inherente a la praxis de vida de cada persona, la cual
transcurre como un sistema heterogéneo de convivencia y al modo en que nos
comunicamos, sentimos y pensamos; determinando al mismo tiempo, diversos tipos
de convivencia con nuestros semejantes y el medio ambiente. Por lo tanto existe
una ética que inspira, orienta y guía los modos de sentir y comportamiento de
las personas en relación a sí misma, en relación a sus congéneres y en relación
a la naturaleza.
El dialogo socrático
La
práctica del dialogo en una relación del hombre con sus semejante se remonta a
los tiempo de Sócrates (470-399 ac) hacia la mitad del siglo IV en Atenas. Es
considerado el más sabio en su tiempo y significativo en la historia del
pensamiento occidental, fue un verdadero innovador e impulsor del discurso teórico,
al igual que los sofistas su pensamiento verso sobre el ser humano; con Sócrates
se recupera la confianza del ser humano hacia su propia razón. De allí su
famosa frase “solo sé que no sé nada” lo cual le permitió estudiar a las
personas desde la razón. A partir de allí no se interesa en la naturaleza la
cual era el objeto de estudio de los presocráticos y empezó a interesarse en el
individuo. Es el individuo su centro de estudio y el centro de su atención. Por
medio del dialogo Sócrates cuestionaba la vida de la sociedad con un fin
práctico: negarse a ceder ante cualquier presión, pensar por sí mismo y hacer
lo que su conciencia le dicte (1, 2,3).
Socarte
distinguió entre el saber vulgar u opinión (doxa) y el saber real o
conocimiento (episteme). El saber real es innato, reside en el alma y para alcánzalo
es necesario aplicarse en su búsqueda. Las conversaciones que Sócrates sostenía
con los ciudadanos de Atenas y en especial con los jóvenes, estaban
fundamentada en un grupo de procedimientos basados en el dialogo y en la
inducción, los cuales les permitían el acceso al conocimiento, y de esta forma
establecer una relación de validez entre la adquisición del saber y el
procedimiento utilizado para dicha adquisición. Esto le permitió a Sócrates
orientar el pensamiento hacia la verdad. Las enseñanzas de Sócrates se oponían
a los sofistas quienes, sustentaban
posiciones relativistas y escépticas, no perseguían la consecución de la
verdad, sino que dirigían sus
enseñanzas hacia la consecución del éxito. Por ello desarrollaban
técnicas de discursos retóricos que tendían más hacia el convencimiento de los demás
que hacia la verdad. En cambio, Sócrates dirige su pensamiento y su enseñanza
hacia el cuidado del alma y la
consecución de la verdadera virtud,
y para lograr este objetivo y alcanzar el conocimiento del bien. Sócrates
utiliza como método fundamental el diálogo
y la interrogación. Atendiendo al proceso del diálogo, el cual se
caracteriza por una dialéctica entre los participante en la que la suspensión
del juicio o epojé se hace presente. Podemos distinguir en sus dialogo dos
partes fundamentales: la ironía y la
mayéutica y a las formas de razonar que se dan en el mismo diálogo, son la
inducción y la definición (3,4).
Por medio de
la ironía y la inducción, Sócrates
interroga a sus interlocutores a partir de la confesión de su ignorancia sobre
el tema que se va a tratar. De esta manera él que solía afirmar que “sólo sé que no sé nada” obliga a sus
interlocutores a responder a las preguntas acerca del tema del diálogo (que
habitualmente giraba alrededor de conceptos como el valor, la amistad, el amor,
la justicia, etc.) y procede luego a examinar estas respuestas que, en general,
no respondían a la pregunta. Este examen de las respuestas es el que constituye
el momento de razonamiento inductivo. Pero la ignorancia de Sócrates no es un
mero no saber, ya que Sócrates reflexiona sobre los fundamentos del conocer y
se da cuenta de que, en general, el pretendido saber es sólo un enmascaramiento
de una ignorancia mayor, a saber, la de la ignorancia que se ignora a sí misma
y se reviste con los ropajes de un falso saber o de un saber parcial. De ahí
que esta ignorancia socrática aparezca como ironía.
En este mismo orden de ideas la mayéutica socrática
que es el arte de dar a luz aquellas ideas que ya estaban en la mente de sus
interlocutores pero sin que éstos lo supieran, a través de hacer patente la
ignorancia revestida de falso saber que era el obstáculo principal para la
adquisición del auténtico saber. Mediante este procedimiento, Sócrates libra el
alma de sus interlocutores de su ignorancia, al hacerles ver las confusiones en
las que descansaba su pensamiento pero, al mismo tiempo, libera también las
verdades que están presentes de manera virtual en la mente de sus
interlocutores, de forma que ayuda a dar a luz unos conocimientos que éstos
poseen virtualmente pero que no conocen. Sócrates ayuda a dar a luz las ideas
que ya están en la mente de su interlocutor. Por esto se puede considerar procedimiento o
método socrático como una aplicación de la máxima que estaba escrita en el
frontón del templo de Delfos: “conócete
a ti mismo”.
Por otra parte, este proceso de la
mayéutica permite reanudar el diálogo y dirigirlo hacia la búsqueda de la
definición general del concepto que se está examinando. Esta definición pretende
captar la esencia, es decir, lo que es y, por tanto, no puede ser una mera
definición nominal (definir una palabra por otra palabra), lo que nos haría
caer en un círculo vicioso. Pero, implícitamente, ello sugiere que si el
diálogo es posible es porque los diferentes interlocutores comparten una razón
o palabra común. Esta tesis implícita es la que permite a Sócrates
postular la existencia de verdades absolutas, en contra del relativismo sofista.
El valor del diálogo está en el proceso
mismo de la búsqueda del saber y de la liberación de la ignorancia,
y este proceso, como ya hemos dicho, es fundamental para Sócrates.
En consecuencia el punto de partida en
estos procesos está en conocerse uno a sí mismo y para él, un ciudadano ideal
no era el hábil orador sino el amante de la verdad y de la virtud. Esta puede
enseñarse, ya que es un hábito adquirido, una disposición que tiene el ser
humano, estos planteamientos suponen una valoración de la razón humana (3,
4, 5,6).
El dialogo socrático y la vida Psíquica con
del hombre
Sócrates ya contaba que había aprendido de un
tracio, discípulo de Zamolsis, que “las dolencias del cuerpo no pueden ser
curadas sin tratar ante todo y sobre todo el alma; ahora bien... ¿cómo se cura
el alma? y dice que el alma se cura con ciertos ensalmos”. En este sentido la salud anímica de un hombre,
condición de su salud somática y necesario presupuesto para la recta
administración de cualquier medicamento, consiste pues, en el buen orden de la
dos partes principales de su alma: aquella que predomina lo racional o lógico,
modificable por la acción de la dialéctica, y aquella otra en la que prepondera
lo irracional o creencias, susceptible de educación por el encanto persuasivo
de la epodé (ensalmo o conjuro), el bello discurso o el mito. Estas ideas
permite aproximamos y entender a su vez lo que es la psicoterapia, curación a
través de la palabra que permite adentramos en el pensamiento de las personas,
ya que todo pensamiento es verbal y no puede entenderse de otra manera (7).
En este sentido, se pueden ver
varias similitudes entre el procedimiento o método socrático y los métodos
terapéuticos, como el psicoanálisis de Freud. En el psicoanálisis el método
fundamental consiste en la interrogación del paciente, el cual, a través de sus
propias palabras, y con la ayuda del psicoanalista que las interpreta, llega a
un conocimiento de sí mismo que no poseía. Es decir, “da a luz” unos contenidos
de su mente que no eran conscientes. El
empleo de este método en procesos o terapias cognitivas, en las cuales
la realidad es percibidas, significada, escenificada, categorizada y
aprehendida por los seres humanos, entendiéndose a la misma realidad como
polisémica y construida, donde los seres humanos procesan estímulos de sus
experiencias en el medio ambiente, otorgándole significación a las situaciones
experimentadas(5).
De
esta manera el dialogo socrático con sus particulares características técnicas
anteriormente mencionadas, es introducida y convertida en uno de los pilares
fundamentales entre las técnicas específicas de la terapia cognitiva, con la finalidad
de influir en la cognición para poder producir los cambios emocionales y de
conducta en el ser humano que padece un trastorno psiquiátrico como la depresión
(8,9).
Así
mismo Viktor E. Frankl (1901 – 1997) quien habló de un dialogo en un sentido socrático, como parte fundamental de su
método psicoterapéutico: la Logoterapia, que se centra en que el ser humano se
haga consciente de su propia libertad de decisión, respondiendo por si misma ante
su vida y asumiendo la angustia que la libertad misma conlleva. Tal
responsabilidad se relaciona al hallazgo y vivencia de valores, a estar abierto
al mundo, de forma auténtica, encontrándole sentido a la vida.
Concretamente
en logoterapia, el diálogo socrático es un estilo de encuentro psicoterapéutico
que puede darse entre dos o más personas y que busca por medio de preguntas, señalamientos,
descripciones y el elemento más importante, la relación misma, ayudar al
consultante a tomar conciencia de su libre voluntad invitándolo a dar respuesta
por sí mismo ante lo que la vida le plantee.
Si
bien Sócrates no es conocido por ser psicoterapeuta, su intención y método
sirven a la logoterapia en el sentido de que una vez que se hace consciente la
libre voluntad, la persona pueda actualizar sus posibilidades de ser
responsable, expandiéndolas por medio de la decisión, hacia una existencia más
auténtica y más plena de sentido (8, 10,11).
Reflexiones
finales
Desde
que el ser humano nace, se encuentra inserto en un ambiente social y en un
medio ambiente natural, desde ese momento y aun durante toda su vida, está en
constante relación con dichos medios, este lo influirá, lo estimulara, cada
objeto que toque, la forma en lo alimenten y cuiden, los seres humanos que
entren en contacto con él, le mostrara las características del mundo en que
nació. Ese medio puede ser hostil o amigable, rudimentario o tecnificado,
indiferente o protector.
. Estas relaciones, no se
manifiesta en el ser humano como elemento pasivo; no recibe las influencias sin
reacción alguna. Por el contrario, el ser humano reacciona, elige cosas,
rechaza otras, e incluso modifica el medio de acuerdo con sus necesidades. Es
decir, se manifiesta como sujeto actuante.
Esta
relación entre el sujeto y el ambiente es, entonces, bidireccional,
el medio social y ambiente influye sobre el hombre y éste selecciona, rechaza y
aun modifica o transforma el medio; se presenta, por lo tanto, bajo la forma de
interacción. En este sentido existe una relación e interrelación que se manifiesta
como una representación social, representación que esta circunscripta en
procesos de comunicación como lo sostiene Niklas Luhmann en su teoría de
sistema sociales, y es allí donde el dialogo socrático manifiesta su
pertinencia y vigencia.
El dialogo socrático desde la terapéutica busca
provocar una disonancia cognitiva, a través del descubrimiento guiado
del terapeuta mediante preguntas sistemáticas que pongan en
evidencia los errores lógicos en la forma de
procesar la información. Sócrates se comparaba con la partera
que ayuda a dar a luz, en este caso el
conocimiento, que es descubierto por el ser humano mismo,
permitiéndole una mejor sintonía con sus semejantes y el ambiente, más adaptado
a sus realidades.
Referencias
bibliográficas
1. García Morante M.
Lecciones Preliminares de Filosofía. Bogotá: Ediciones Nacionales; 2004.
3.
Rius
R. Círculo de Lectores, filosofía. Bogotá: Ediciones Nauta S.A; 1997.
8.
Pantarireu
A. Dialogo Socrático en psicoterapia cognitiva. Rev Psico Clin y Psicopat [
internet]
.2011 [
citado 18 jun 2016]
:
179-181. Disponible en: http://www.aacademica.org/000-052/236.