domingo, 11 de octubre de 2009

Topologías de lo virtual y lo digital: comunicación, subjetivación y poder

Víctor Silva Echeto.Universidad de Playa Ancha.
Doctor en Estudios Culturales: Literatura y Comunicación. Profesor e investigador de las universidades chilenas de Playa Ancha y ARCIS, profesor de postgrado en las Universidades Austral (Chile), Pontificia Católica de San Pablo (Brasil), de Sevilla (España), de la República (Uruguay). Investigador de la Junta de Andalucía (España).

El texto analiza las topologías de lo digital, desde los cambios que se producen por la emergencia de la virtualidad en el ciberespacio y la crisis que le genera al “sueño antropológico”, es decir, de la binaria relación entre identidad y alteridad y la conformación del Hombre en occidente. Plantea, también, las características espacio/temporales del no lugar virtual y las mutaciones que se producen en los procesos de subjetivación.
Las topologías de lo digital, desde su virtualidad, no parecen fáciles de definir, delimitar, encuadrar alrededor de ciertos límites. Más cuando lo virtual, en muchas circunstancias, se concibe como lo inmaterial, es decir, como una categoría que no es posible cristalizarla espacialmente. No obstante, como señalan algunos teóricos (Deleuze, 1992; Derrida, 1996; Lévy, 1999), lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual; se cristaliza en actualizaciones. Por tanto, posee “una realidad plena, en tanto que virtual” (Deleuze, 1992, p. 60- ss.). De esa forma, la realidad no es la otra cara de lo virtual, sino de lo actual, porque “virtualidad y actualidad sólo son dos maneras de ser diferentes” (Lévy, 1999: p. 17). En ese sentido, vinculando lo virtual con lo espectral, Jacques Derrida (1998: p. 60- ss) formula las siguientes preguntas: “¿Qué es un fantasma?, ¿qué es la efectividad o la presencia de un espectro, es decir, de lo que parece permanecer tan inefectivo, virtual, inconsistente como un simulacro? ¿Hay ahí entre la cosa misma y su simulacro una oposición que se sostenga?” Esa oposición no es sostenible, para Jacques Derrida, en la medida en que ese espectro es “tan poderoso como irreal”, es como una alucinación o un simulacro, pero es “virtualmente más eficaz que lo que tranquilamente se denomina una presencia viva”. Por lo tanto, la virtualidad, como la pantalla, tiene siempre una estructura de “aparición desapareciente”.
También lo virtual se distingue de lo posible, en la medida en que esta categoría ya está constituida, aunque se mantenga en el “limbo”. Es decir, lo posible se formará aunque nada cambie en su determinación ni en su naturaleza: “es un real fantasmagórico, latente. Lo posible es idéntico a lo real: sólo le falta la existencia”, plantea Lévy (1999: p. 18). Lo posible, en definitiva, en su realización no implica ninguna creación, no produce, ni innova, tampoco genera unas ideas ni unas formas. En conclusión, la diferencia entre lo real y lo posible es puramente lógica, es decir, la primera categoría es manifiesta y tiene existencia, mientras que la segunda no. Mientras lo posible es estático y ya está constituido, lo virtual son un conjunto de fuerzas que acompañan a un acontecimiento, para ello requiere de un proceso de resolución que se lo aporta lo actual. Así las cosas, lo virtual necesita ser inventado en cada momento y requiere de fuerzas creativas que lo revitalicen. En términos de Lèvy: “por un lado, la entidad lleva y produce sus virtualidades: un acontecimiento, por ejemplo, reorganiza una problemática anterior y puede ser objeto de interpretaciones diversas”. Por otro lado, lo virtual constituye la entidad: “las virtualidades inherentes a un ser, su problemática, el vínculo de tensiones, presiones y proyectos que las animan, así como las cuestiones que las motivan constituyen una parte esencial de su determinación” (Lévy, 1999: p. 18).
Finalmente, propone vías de resistencia y trasgresión del no lugar digital desde el propio ciberespacio.
Audiencia: es para un profesional universitario académico.
Metodología: revisión bibliografícas.
Conclusiones a modo de cierre: Frente al diagnóstico planteado se hace necesaria la crítica (política, académica y cultural) y la reformulación de las nociones de comunicación e información desde la concepción nómada de la transversalidad cultural, como adjetivo y no como sustantivo; el ciberespacio permite las conexiones rizomáticas (sin centro organizador) entre diversos colectivos antisistémicos (como FAIR – Fairness and Accuracy in Reporting-) o de foros contrainformativos (como Indymedia), configurando una nueva conciencia internacionalista.
Internet ha dado nuevo aire a la filosofía anarquista, permitiendo la comunicación y la coordinación sin la necesidad de un centro de toma de decisiones, facilitando la coordinación de acciones a un costo mínimo y sin la necesidad de burocracia (…) Ha permitido a los grupos e individuos establecer lazos, compartir documentos e informes, así como reclutar miembros (….) Al igual que Internet, el movimiento antiglobalización es un cuerpo que se las arregla para sobrevivir y crecer sin la necesidad de una cabeza (en Méndez Rubio, 2003: 228). En definitiva, desde el no lugar digital del ciberespacio desestabilizan el poder binario del control informático, es decir, de los poderes económicos del capitalismo tardío. Por tanto, sus prácticas deconstruyen a las instituciones modernas y disciplinarias como el Estado- nación, el sistema judicial y la industria empresarial capitalista, generando acciones discontinuas, desterritorializadas, que desafían y dejan desconcertados a los que ostentan el privilegio del saber/ poder centralizado y jerárquico. Finalmente se proponen vías de resistencia y trasgresión del no lugar digital desde el propio ciberespacio.
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